Esta entrada no va sobre matemáticas ni ciencia, aunque sí un poco educación, sino sobre estas cosas que uno se encuentra por la vida, a veces tan ilustrativas.
Estaba en una sala de espera de un hospital y vi como un niño al que su padre le había dado un papel para tirarlo en la papelera. El niño llega a la papelera, se queda mirando confuso, estudiando cual de los tres agujeros que se le presentan en el recipiente es el correcto y tira el papel en su sitio tras esta reflexión. Se va, se para, se queda pensando y vuelve a la papelera asombrado porque de repente se ha dado cuenta de que a pesar de que la moderna papelera ecológica tiene tres agujeros para clasificar los residuos, ¡solo hay una bolsa! Se da la vuelta, se encoge de hombros y se va.
Parece que por desgracia ha aprendido que para algunas cosas lo bueno es parecer que haces algo, aunque en realidad no sirva más que para lavar la cara de alguien o algo.